A ver cómo puedo explicarte qué te ocurre y por qué tienes ese dolor recurrente.
El hecho de visitar a diferentes profesionales y que cada uno de ellos te de una explicación que en ocasiones no entiendes y en muchas son muy diferentes entre si, puede hacerte sentir “ engañado, perdido, inseguro ..”
Esa información contradictoria, al recibirla piensas, no tienen ni idea de lo que me pasa, así como me van a curar, ese pensamiento negativo no ayuda mucho, más bien lo contrario.
Te propongo leer la fabula de Mortimer (1968)
Los seis ciegos y el elefante
En la Antigüedad, vivían seis hombres ciegos que pasaban las horas compitiendo entre ellos para ver quién era el más sabio. Exponían sus saberes y luego decidían entre todos quién era el más convincente.
Un día, discutiendo acerca de la forma exacta de un elefante, no conseguían ponerse de acuerdo. Como ninguno de ellos había tocado nunca uno, decidieron salir al día siguiente a la busca de un ejemplar, y así salir de dudas.
Puestos en fila, con las manos en los hombros de quien les precedía, emprendieron la marcha enfilando la senda que se adentraba en la selva. Pronto se dieron cuenta que estaban al lado de un gran elefante. Llenos de alegría, los seis sabios ciegos se felicitaron por su suerte. Finalmente podrían resolver el dilema.
El más decidido, se abalanzó sobre el elefante con gran ilusión por tocarlo. Sin embargo, las prisas hicieron tropezar y caer de bruces contra el costado del animal. “El elefante –exclamó– es como una pared de barro secada al sol”.
El segundo avanzó con más precaución. Con las manos extendidas fue a dar con los colmillos. “¡Sin duda la forma de este animal es como la de una lanza”.
Entonces avanzó el tercer ciego justo cuando el elefante se giró hacía él. El ciego agarró la trompa y la acaricio de arriba a abajo, notando su forma y movimiento. “Escuchad, este elefante es como una larga serpiente”.
Era el turno del cuarto sabio, que se acercó por detrás y recibió un suave golpe con la cola del animal, que se movía para asustar a los insectos. El sabio agarró la cola y la acaricio con las manos. No tuvo dudas, “Es igual a una vieja cuerda” exclamo.
El quinto de los sabios se encontró con la oreja y dijo: “Ninguno de vosotros ha acertado en su forma. El elefante es más bien como un gran abanico plano”.
El sexto sabio que era el más viejo, se encaminó hacia el animal con lentitud, encorvado, apoyándose en un bastón. De tan doblado que estaba por la edad, pasó por debajo de la barriga del elefante y tropezó con una de sus gruesas patas. “¡Escuchad! Lo estoy tocando ahora mismo y os aseguro que el elefante tiene la misma forma que el tronco de una gran palmera”.
Satisfecha así su curiosidad, volvieron a darse las manos y tomaron otra vez la senda que les conducía a su casa. Sentados de nuevo bajo la palmera que les ofrecía sombra retomaron la discusión sobre la verdadera forma del elefante. Todos habían experimentado por ellos mismos cuál era la forma verdadera y creían que los demás estaban equivocados.
En realidad todos tienen razón, pero cada uno tiene una parte del elefante y por eso lo explican de una manera, cuando en realidad el elefante es todo eso que están diciendo.
Cuando hablamos de dolor, pasa algo parecido. Un Neurólogo puede decirnos que el problema esta en como funcionan nuestros nervios. Un Psicólogo nos diría, que nuestras experiencias basadas en el dolor van a influir en la intensidad percibida del dolor. Un Traumatólogo podría concluir que la causa es una disfunción articular.
Tenemos que aceptar que todos pueden llevar razón o todos se pueden equivocar, aún queda mucho por estudiar y descubrir sobre nuestro cerebro, el jefe de todo nuestro cuerpo, que evalúa cada una de las informaciones que recibe y tiene que decidir si es una amenaza, pudiendo equivocarse y provocar que duela.
De ahí, la importancia de poder trabajar con un equipo multidisciplinar y poder dar el mejor tratamiento a nuestros pacientes.
Juan R. Carrasco Martínez.
Fisioterapeuta.
Osteopata.
Master TMO en el tratamiento del dolor.